Desahogo

Es una sensación que tiene cada persona y por la cual decimos y hacemos según que cosas. Así, nos deshacemos de las sensaciones que nos molestan y no nos gustan. Con el desahogo mostramos, en muchas ocasiones, las cosas que por respeto no decimos. A veces, por algún motivo, nos callamos y vamos guardando en el corazón. Terminamos acumulando toda clase de sentimientos que a largo plazo nos afectan un montón. Al final, terminamos pagándolas con personas que no tienen nada que ver con lo que nos sucede, y eso es malo.

Otra de las cosas que solemos hacer es cabrearnos con nosotros mismos. Buscamos nuestro propio espacio y marginamos a todos los que se encuentran a nuestro alrededor. Intentamos meternos en nuestro mundo. En ese espacio en el que solo hay rabia y dolor. De la impotencia que sentimos, lloramos para no hacer daño a nadie, ni hacernos daño a nosotros mismos.

Cuando estamos enfadados por cualquier cosa, tenemos la gracia de enfadarnos con los demás. Incluso, hay momentos que provocamos el enfado de otras personas. Es ahí cuando utilizamos todo la rabia contenida, para desahogarnos y explotar de manera alterada. Es tanta la explosión, que ni nuestros conocidos nos reconocen, ya que nunca nos habían visto así.

Yo suelo tener mucha paciencia con las personas. Considero que puedo aguantar muchas “historias”, pero hay veces que perdemos el control. En muchos momentos, no sabemos ni lo que hacemos ni lo que decimos. Es en ese punto, en el que intentas encontrar la serenidad para mantener la calma. Sabes que no eres así, no eres de esa manera. Piensas en lo siguiente: ¿qué me está pasando? Ves que las cosas se van acumulando. Se acumulan hasta llegar al punto en el que dices: “quiero mandar todo a la mierda, todo me da igual y no me importan las consecuencias”.

Pero a pesar de todo esto, reflexionas las cosas de manera minuciosa y piensas en las cosas que sacas de provecho. Finalmente, te das cuenta de que no son tan malas y que actúan en beneficio propio. También te sirven para darte cuenta de las actuaciones buenas y malas, que a veces llegan a hacer las personas. Mi pregunta es la siguiente: ¿yo, al igual que todo el mundo, hago lo mismo? Al final, te das cuenta que no obtienes respuesta.

Normalmente, ¡siempre estoy de buen humor! En estos últimos días, no sé lo que me pasa, pero no es así. ¡No creo que sea la “epidemia” primaveral…!

Estos días he meditado mucho sobre lo que voy a hacer cuando se termine mi condena. No sé que voy hacer con mi vida. Si les soy sincero, no me lo había planteado. Ahora que está llegando el momento de los permisos, no sé que hacer. Las personas me dicen que no le dé tantas vueltas al tema, que lo que tenga que ser, será, Pero creo que no me entienden, porque nunca han estado en mi posición. Es que sólo pensarlo, ¡me pongo de mal humor!

Sé que tengo que relajarme más, y dejar de pensar un poco. Quiero tratar de divertirme un poco, ¡pero no puedo!

¿Saben una cosa? A pesar de que no los veo, siento que nos escuchan cuando escribimos. Eso nos llena a todos de algo extraño, que no puedo definir con palabras, ¡pero nos hace sentir muy bien! La verdad es que ustedes nos tranquilizan un poco. Nos hacen olvidar algunas de las cosas que nos pueden pasar aquí dentro.

Gracias a todos por leernos y apoyarnos en todo esto. Gracias por darnos sus consejos. Yo les daré uno a todos los que estén pasando por mi situación: ¡sean fuertes! Esto es el final del camino, y cada vez queda menos para que esta penitencia se acabe.

¡Sean fuertes y no decaigan!

(El Peke) Alex