Impotencia ante la injusticia
¿Qué hay de nuevo lectores? Demasiado calor, ¿verdad? Y es que por fin llego el verano… Lo que cualquier currante espera durante todo el año: coger las vacaciones. ¡Esas vacaciones! Como me gustaría a mi poder cogerlas, pero…
¡En mi situación, sé que es imposible! La verdad es que me hacen falta, ya que no os podéis imaginar el agobio y la impotencia que se siente al estar preso. Creo que hay que vivirlo para saberlo.
¿Quién nos condena? Un juez. Yo me pregunto lo siguiente: ¿qué debe tener esa persona para resultar tan distinta a mí? Claro, ¡tiene estudios! Realmente, ¿es por eso que no se puede equivocar? Como él lo dice, la condena es justa. ¿Cuántas veces no salen por la tele policías, alcaldes y gente que se supone que son buenos, que han cometido delitos? Con esto no quiero decir que deberían darnos la libertad, pero si deberían estudiar más los casos. Estudiar más a las personas antes de condenarlas. Aquí entra mucha gente buena que no se merece estar dentro. Yo los he visto a la salida, y se van peor de lo que entraron.
Lo que quiero decir con esto es que yo también necesito unas vacaciones. Desconectar de esto, que siempre es la misma rutina. Aquí hay muchas personas que vienen de la calle a trabajar. Ellos/as solo están 7 o 8 horas al día, de lunes a viernes. Al cabo de los meses acaban con estrés. Llevan tal carga, que siempre dicen que necesitan unas vacaciones, que ya no aguantan más. Imagínense nosotros que estamos aquí las 24 horas del día, sin poder estar con nuestras familias y nuestros amigos…
Tengo muchos amigos que cuando eran más pequeños robaban y hacían muchas de las cosas que yo hacía… Hoy en día, tienen piso, mujer y trabajan como el que más… No les hizo falta entrar en ninguna prisión para cambiar. Lo hicieron por ellos mismos. Me pregunto lo siguiente: ¿muchos de los que están aquí, no podrían haber hecho lo mismo? Parece ser que no. Deben pagar media vida aquí, para que cuando salgan estén “to zumbaos”. ¡Menuda reinserción! Aunque la verdad es que yo no llevo tanto tiempo como para sentir lo que siente una persona que lleve 6 años aquí. Por eso os quiero presentar a un compañero de celda que lleva 5 años y no está de acuerdo con este tipo de sistema de reinserción.
Cuando una persona comete un delito hay que juzgarla, está claro. Más tarde hay que trabajar en el fallo de esa persona, pero ahí está el fallo. No sé que ayuda me pueden dar basándose en códigos y palabras técnicas, que te desorientan. Uno, muchas veces, no sabe de lo que están hablando… No sé si me ayudan demasiado… No le importamos a nadie, sólo a nuestras familias. ¡Tal vez sea normal! Entonces, yo me pregunto porque la sociedad intenta inventarse conceptos como el de rehabilitación y reinserción. Creo que, en muchos casos, si tienes dinero y los delitos que cometes, no son muy grabes, te vas a la calle. Si no tienes “pasta”, pues a prisión.
Bajo mi punto de vista, no sé si me han ayudado mucho. Creo que simplemente he madurado. Está claro que he cambiado de modo de vida, pero eso ya lo sabía cuando llevaba un año.
Recuerdo una vez en la que un profesional de los que trabajan aquí le dijo a un interno lo siguiente: ¡pero si 3 años no son nada! ¡Pues vaya! ¡Y tanto que lo son! ¿Alguna vez, alguien de ustedes se ha roto una pierna y ha tenido que estar 1 o 2 meses encerrado en su casa sin salir para nada? Seguro que estarán de acuerdo conmigo, que llega un momento en que te desesperas. Te entra ansiedad deseando salir, aunque sea hasta la esquina. ¡Y eso que sólo son 2 meses! Piénsenlo e imagínense 3, 5, o 10 años… Encima con comida que no te gusta, y con un trato que creo que a veces no es el correcto. Cuando te entra la ansiedad y la impotencia no puedes hacer nada. Yo lo que hago es mirar por la ventana y rallarme. Para colmo, llega el verano y a las 8 de la noche ya estás chapado. Justo esa hora en la que la gente sale a disfrutar del “veraniko”.
Sé, que algún día saldré y podré continuar con mi vida, aunque no sea como yo esperaba. Tampoco con la mujer que quiero, pero… La novia es otra de las cosas que he perdido por mi mala cabeza. Intentaré continuar como hasta ahora. Seré una persona a la que no le importe pasar un buen rato. Seré alegre pese a la carga que llevo dentro…
Aunque estas letras no sirvan de mucho, para mí suponen un desahogo. Sé, que en la vida, siempre habrá injusticias… Estas son las palabras del interno Michael Joe. Aunque para la sociedad solo sea un delincuente más, me consuela pensar que muchos de los que me venís leyendo desde el principio, ya me conocéis un poquito más… y, no es para tanto.
Espero que os guste mi artículo y que me escribáis vuestras opiniones. Aunque… no sé si los podré ver esta semana, porque la monitora del Òmnia se va de vacaciones. Justo lo que necesito yo, ¡unas malditas vacaciones!